La última vez que escucho el sonido natural de los autos, la
innumerable cantidad de gente andando por las calles perfectamente pavimentadas
y limpias, o incluso el notorio aire contaminado de la ciudad fue claramente el
último día de su libertad condicional.
La ventanilla del auto donde viajaba Zafira se empañaba
levemente con su tenue resoplar, sus delgados dedos trazaban dibujos en aquel
cristal como muestra de su aburrimiento mientras era trasladada al psiquiátrico.
Por un momento ella imagino que se trataba de un simple chequeo de rutina, como
aquellos que solía tener antes de que dieran con ella por el asesinato múltiple
que cometió. Inclusive llego a imaginarse que ese sería su nuevo hogar, por
motivos varios que recaían en lo absurdo, quizás por falta de dinero o exceso
de enfermos, tal vez incluso por no soportar su apariencia un tanto
perturbadora. No se sabía.
Resoplo aburrida, mientras rascaba levemente su mejilla
derecha y abría significativamente sus ojos azules tratando de ver más allá del
camino. A lo lejos, una hermosa puerta metálica con el nombre de hospital
grabado en la parte superior daba la tétrica bienvenida para ingresar en la institución. Esta misma rechino en cuanto se abrió,
pero Zafira desvió su vista hacia un manzano, negó con la cabeza y se cruzo de
brazos, era como si intentaran quitarle lo tétrico a ese lugar con un simple árbol
de frutas, o tal vez fuese solo mala decoración.
El vehículo donde iba avanzo lento, captando miradas de
curiosos que se acercaba a observar, susurraban cosas entre si y algunos mas corrían
en círculos como si estuviesen alegres de tener una más entre ellos. Zafira se
pego como una niña emocionada al cristal, observando el enorme jardín donde los
pacientes mas “equilibrados” parecían tener un mejor descanso. El auto no se
detuvo un segundo, y por fin llego a un enorme estacionamiento. Más adelante se
veía la recepción.
Zafira fue sacada del auto casi a la fuerza, con jalones en
inclusive tirones de cabello logro llegar a la entrada de este con una maleta y
sus pertenencias. El ambiente quedo claramente cargado de incomodidad, la había
tratado como una simple muñeca de trapo y eso le molestaba. –Sígueme..- le dijo
una de las tantas enfermeras en aquel lugar, con su uniforme extremadamente
limpio y bien planchado, el cabello estirado sin un mechón rebelde que se asomara
y una cara de pocos amigos que ya venía incluida como extra en aquel regordete
cuerpo. –Bien...- articulo casi para ella misma, y sin más que hacer tomó su
maleta comenzando a caminar por el pasillo ante la mirada incomoda de unos
cuantos locos.
Entro sin hacer el mínimo ruido a una pequeña oficina, la
misma donde la regordeta enfermera saco un enorme portafolios que comenzó a
inspeccionar –Tu habitación es la 206, se te asignara un doctor y un horario,
asumo que puedes entender, sino es así con gusto te explico con manzanas-
agrego con burla mientras fruncía el ceño –Las reglas las descubrirás por ti
misma- culmino con un timbre tajante y molesto.
En aquel instante Zafira hubiese estado emocionada de
clavar un bolígrafo en su asqueroso cuello, después de todo para ella no había
diferencia entre una persona y una silla mal cuidada, pero ser pacifica estaba
en sus códigos mentales, era psicópata no estúpida. –Gracias...- agrego con una
hipócrita sonrisa forzada, se dio la vuelta y salió de aquel lugar cerrando con
suavidad la puerta.
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206, las doradas letras relucían en aquella puerta, las
mismas que lograron captar la atención de la psicópata, entro con suavidad y
lentitud, mientras arrastraba su maleta por un costado.
Una joven se encontraba recostada en una de las camas,
pintando con exagerado cuidado sus uñas de un color oscuro, esta levanto la cabeza
y sonrió de manera amable –Hola, ¿Cuál es tu nombre?- cerro su esmalte gastado
y agito las manos tratando de secar el barniz fresco –Yo me llamo Charlotte- soplo
a sus unas un par de veces para por fin extender la mano hacia Zafira.
La psicópata observo su saludo sin mucho interés, las personas
a su alrededor solían ser falsas, no le sorprendería que la chica también lo
fuera –No tienes que fingir amabilidad conmigo, después de todo solo seremos
compañeras de habitación, no necesariamente tenemos que ser amigas- apretó los
labios y por fin se presento –Soy Zafira, mis amigos me llaman zafi, bueno lo harían
si los tuviera- se encogió de hombros y comenzó a ordenar sus cosas.
Charlotte no paso por alto aquella actitud desinteresada –De acuerdo, creo que soy la indicada para
hacerte saber las reglas de este lugar, eso si no quieres ser drogada a la
fuerza- la chica arqueo una ceja y levanto el dedo índice enumerando –Primero, nada
de andar en el edificio clausurado, las disputas están prohibidas y sonreír
tanto no es bueno- levanto las cejas mientras observaba las pertenencias de la psicópata
-¿Qué patología te diagnosticaron?- aquella pregunta que solía hacerle a todas
las nuevas.
Zafira se giro y entrecerró los ojos –Psicopatía- dijo por
fin con un enorme orgullo, después de todo no abría porque ocultarlo. De la
nada la puerta de la habitación se abrió completamente, un enfermo alterado
entro en ella y en milésimas exageradas de segundos ya tenia a Charlotte contra la cama apretando con fuerza su cuello, la chica fue la primera a su alcance.
Continuara…
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Hello chicas *o*
Aquí el primer capi en el hospital, espero les agrade esta historia, un beso enorme y nos vemos en el próximo n.n
Hola Eapple! Este capitulo estuvo muy bueno e interesante. Quede medio intrigada por no saber si el otro 'psicopata' mato a Charlotte e.é Jaja! Sube pronto!
ResponderEliminarPD: "Si puedes pasate por mi blog, esta recien creado y pués...ya sabras jeje ^^' http://formingmydestiny.blogspot.com "
-Cuidate mucho! Y un abrazo psicologico \^.^/ Bye!